Lunes, 14 Mayo 2012 12:11
Por Martin Khor
La cumbre sobre medio ambiente y desarrollo (conocida como Río+20) a celebrarse en junio en Río de Janeiro es el mayor evento de las Naciones Unidas este año. Está previsto que intervengan más de ciento veintisiete jefes de gobierno y la participación de todos los líderes políticos dependerá de si consideran que vale la pena. Es de esperar que sí, ya que el mundo enfrenta múltiples crisis.
Hay problemas ambientales, como el calentamiento global, la escasez de agua y la pérdida de biodiversidad, y problemas sociales, como la persistencia de la pobreza, la amplificación de la desigualdad y la pérdida de eficacia de medicamentos modernos debido a que las bacterias se vuelven inmunes a los antibióticos. Luego, por supuesto, están las crisis financieras y económicas y sus secuelas. Tenemos por delante un periodo de gran incertidumbre, con una recesión inevitable en países tanto desarrollados como en desarrollo.
Estas cuestiones forman parte del ámbito del desarrollo sustentable, que tiene tres pilares (social, económico y ambiental), así como la promesa de apoyo financiero y tecnológico a los países en desarrollo.
Del 19 al 27 de marzo, en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, se celebró una reunión conocida como negociaciones “informales informales” para elaborar un plan de acción que sea adoptado por la cumbre. El último borrador tiene más de doscientas páginas y aún debe continuarse trabajando para reducirlo hasta un diez o cinco por ciento de su extensión actual.
En una primera lectura, los temas claves que debe abordar la cumbre quedan claros, pero todos siguen siendo altamente debatidos, principalmente en líneas Norte-Sur.
En primer lugar está la cuestión divisoria de la “economía verde”. Los países en desarrollo están incómodos con este concepto, ya que puede significar cosas distintas para diferentes personas. Su temor es que este término, de ser aceptado demasiado genéricamente, pueda permitir que los temas ambientales sean utilizados como base para un proteccionismo comercial o la inclusión de nuevos condicionamientos a la hora de otorgar ayuda y préstamos.
El borrador actual contiene una propuesta según la cual la Organización Mundial del Comercio (OMC) debería cambiar sus normas a efectos de que los países puedan utilizar medidas comerciales sobre un producto en función de la forma en que es elaborado. En otras palabras, la contaminación o las emisiones que se provocan cuando se fabrica el producto pueden convertirse en la base de aranceles que se le aplicarían. Las normas actuales de la OMC no permiten esto, o por lo menos lo desestimulan.
Los países europeos quieren un mapa de ruta elaborado de la economía verde, con objetivos y metas, para que sea adoptado en la cumbre. Los países en desarrollo, por su parte, pretenden restringir el texto de la economía verde a principios amplios y acercarlo lo más posible al desarrollo sustentable.
El segundo tema importante está estrechamente relacionado con el primero. Los países han aceptado establecer “objetivos de desarrollo sostenible”, que en cierta forma sería una alternativa al mapa de ruta de la economía verde. Los países en desarrollo se sienten más cómodos con esto porque ya hay acuerdos en torno al desarrollo sustentable y sus tres pilares, así como la promesa de apoyo para ellos.
Los países desarrollados, por su parte, están ahora proclives a poner tantos objetivos de desarrollo sostenible como les sea posible e incluir objetivos, indicadores y metas con plazos mencionados en el texto de la cumbre. Están enfocados principalmente en objetivos ambientales, como lo referente al cambio climático, la utilización de los recursos y la contaminación.
Los países en desarrollo argumentan que también deben incluirse objetivos económicos y sociales, como el crecimiento económico sostenido, la erradicación de la pobreza y la reforma del sistema financiero mundial.
Como quedan menos de veinte días de negociación antes de la cumbre que tendrá lugar del 20 al 22 de junio, es poco probable que pueda alcanzarse un acuerdo sobre las cuestiones específicas de los objetivos de desarrollo sostenible. Así que lo más probable es que la cumbre no se decida por los detalles y, en cambio, inicie un proceso de uno o dos años para que la Asamblea General de las Naciones Unidas formule los objetivos, indicadores y plazos para alcanzarlos.
Una tercera cuestión son las instituciones que seguirán después de la cumbre. Éste, en realidad, es el tema más importante, porque en última instancia una cumbre es tan buena como sus efectos a largo plazo.
Varios países están considerando establecer un nuevo Consejo para el Desarrollo Sostenible que funcione bajo la Asamblea General de las Naciones Unidas. Sería una versión mejorada de la actual Comisión sobre el Desarrollo Sostenible, que todos coinciden es demasiado débil.
La actual Comisión se reúne sólo de dos a cuatro semanas al año, lo que resulta insuficiente para enfrentar las numerosas cuestiones sociales, económicas y ambientales que forman el contenido del desarrollo sustentable. El nuevo Consejo podría reunirse mucho más regularmente, a lo largo de todo el año, y tendría una secretaría más fuerte.
Ésa es, en todo caso, la propuesta. Sin embargo, algunos otros países prefieren reformar y fortalecer el Consejo Económico y Social (ECOSOC) existente. Estaría bien si se pudiera lograr, pero hay quienes señalan que la reforma del ECOSOC ya lleva varios años, con escasos resultados. Sólo un Consejo totalmente nuevo puede hacer frente a las enormes tareas que asignará la cumbre.
Europa y varios países africanos también quieren mejorar el actual Programa de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (PNUMA) y convertirlo en una agencia especializada -como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)-, con el argumento de que su mandato actual es demasiado débil y de alcance limitado. Pero países como Estados Unidos y Rusia han manifestado su oposición a crear una nueva entidad de las Naciones Unidas, que implicaría más costos.
Varios países en desarrollo querrían también ampliar la autoridad en materia de desarrollo sustentable, y no sólo del ambiente. De manera que el acuerdo final podría ser fortalecer el mandato y la gobernanza del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), pero no convertirlo en un organismo especializado.
De aquí a junio, estos y otros temas seguirán siendo motivo de acalorados debates.
Lunes, 30 Abril 2012 10:53
Usted seguramente no lo sepa, pero detrás de cada ingenua manzana que se lleva al carrito puede que esté contribuyendo al cambio climático. Todo depende de su procedencia. Porque probablemente tampoco sabrá que una parte no desdeñable de la comida que llega a su supermercado lo ha hecho después de recorrer una media de 5.013 kilómetros y que su transporte en barco, camión, ferrocarril y, sobre todo, en barco genera emisiones de efecto invernadero que conducen al calentamiento global. En total, las 29 millones de toneladas de alimentos que España ha importado en el 2007 han generado 4,7 millones de toneladas de dióxido de carbono, un 67 % más que en 1995.
El dato se recoge en un estudio presentado ayer por la asociación Amigos da Terra que ha sido elaborado por el grupo de investigación en Economía Ecolóxica e Agroecoloxía de la Universidade de Vigo y por la Universidad de Sevilla.
La conclusión es contundente: si usted quiere ayudar mitigar el cambio climático y a mejorar la economía, compre alimentos procedentes de la agricultura y la ganadería local. «En Galicia temos moitos recursos para producir alimentos, polo que se debería de apoiar a produción e o consumo local», explica Damián Copena, investigador de la Universidade de Vigo, que ha participado en la elaboración del informe. El científico confía en que las administraciones «tomen nota destes datos, reflexionen e tomen medidas». Para empezar sugiere que los comedores dependientes de las administraciones públicas, como colegios, hospitales o universidades, elijan a los productos locales en la compra.
Los alimentos recorren una media de 5.013 kilómetros para llegar a España, pero unos vienen de más lejos que otros. Los piensos para animales son los que recorren una mayor distancia, con 7.901 kilómetros.
Fuente: La voz de Galicia.es
Viernes, 27 Abril 2012 12:15
El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, entregó su segundo informe especial en el cual advierte los posibles riesgos que los países en vías de desarrollo experimentarán debido a eventos climáticos extremos.
Rajendra Pachauri, director del IPCC, presentó en Uganda el resultado del trabajo del panel, que sostiene qué, entre 1970 y 2008, un 95% de los desastres naturales han ocurrido en países en vías de desarrollo; cifra que se estima aumentará durante este siglo.
Catalogado como “extremadamente relevante”, el informe señala las políticas a seguir para afrontar las consecuencias del cambio climático, en especial en los países en vías de desarrollo, sustancialmente vulnerables a eventos como sequías, inundaciones y olas de calor.
Nick Nutall, portavoz del IPCC, indicó que “no son necesarios eventos extremos” para causar serios problemas a países en vías de desarrollo, y citó como ejemplo la epidemia de cólera que azotó a Zimbabue el año 2008, luego del inicio de la temporada de lluvias e inundaciones.
El académico de la Universidad de Berna y copresidente del Grupo de Trabajo 1 del IPCC, Thomas Stocker, advirtió que “es probable que la frecuencia de días cálidos aumente en un factor de 10 en la mayoría de las regiones del mundo”. Además agregó que “las precipitaciones intensas serán también más frecuentes, y en los ciclones tropicales la velocidad del viento aumentará, mientras que su número se mantendrá probablemente constante o disminuirá”.
El climatólogo argentino Vicente Barros, expresó que el informe es fruto del trabajo de dos comunidades, “los expertos en cambio climático y los expertos en manejo de desastres”, y recalcó la necesidad de integrar ambas políticas y entregar un mensaje coordinado.
Respecto a ese punto, Chris Fields, director del Grupo de Trabajo 2 del IPCC, que se encarga de transformar la evidencia científica en políticas concretas, dijo que “los fenómenos más complejos de entender, simular y predecir ocurren en todas las regiones y deberían ser tenidos en cuenta por los políticos”.
El informe especial requirió un trabajo de más de dos años y medio, a raíz de una iniciativa impulsada por Noruega el año 2008, y contó con la colaboración de más de un centenar de científicos y legisladores.
El informe especial tendrá gran utilidad en cómo se implementará la resistencia al cambio climático, y la capacidad de las comunidades de que se vean enfrentadas a desastres y eventos extremos.
Fuente: Mundo: Cambio climático agravará desastres naturales en países en vías de desarrollo (Servindi)