Grandes ciudades contra el cambio climático: la experiencia de la Ciudad de México. Primera Parte

Azteazkena, 03 Urria 2012 10:33

 

 

EL pasado mes de agosto Francesco Filippi, Director del área de proyectos de la Fundación MUSOL viajó a México, allí se entrevistó con Óscar Vásquez Martínez, director de Programa de Cambio Climático y Proyectos MDL de la Secretaría de Medio Ambiente del Gobierno del Distrito Federal-Ciudad de México. A raíz de esta entrevista se han realizado tres interesantes artículos.

Pincha aquí para conocer el primero de ellos, en los próximos meses publicaremos los siguientes.

 

Amenaza alimentaria se agrava mientras negociación sobre clima se estanca

Ostirala, 28 Iraila 2012 17:17

 

Campesina mauritana Aissata
Abdoul Diop con mazorcas secas
(Foto: Pablo Tosco/Oxfam)

Un nuevo estudio demuestra que el impacto a futuro del cambio climático en el precio de los alimentos se ha subestimado, mientras los gobiernos del Norte no parecen dispuestos a aceptar nuevos recortes en sus emisiones de gases invernadero, a pesar de que solo restan siete semanas para alcanzar un acuerdo sobre un segundo periodo de compromisos del Protocolo de Kyoto en sustitución del primero, que vencerá el 31 de diciembre.

“Al cabo de la más reciente ronda de negociaciones sobre cambio climático en Bangkok (del 30 de agosto al 5 de septiembre), no hubo movimientos de los países industrializados para aumentar su reducción de emisiones. Los compromisos escuetos y sometidos a muchas condiciones exhibidos en Durban en diciembre pasado permanecen incambiados”, escribieron Chee Yoke Ling y Hilary Chiew, ambas de Third World Network (TWN), en su análisis para el sitio web South-North Development Monitor (SUNS).

“A pesar de que la evidencia científica sobre el agravamiento del cambio climático se acumula, los países industrializados carecen de la voluntad de cumplir con sus obligaciones legales e imponerse recortes mayores en sus emisiones de gases invernadero en el marco del Protocolo de Kyoto”, concluyeron las expertas.

Representantes de organizaciones de la sociedad civil reaccionaron con ira al finalizar las negociaciones en Bangkok, y consideraron evidente que la octava sesión anual de la Conferencia de las Partes del Protocolo de Kioto a realizarse en Doha del 26 de noviembre al 7 de diciembre no aprobará nuevas acciones sobre cambio climático para esta década.

“El gobierno estadounidense se opone a un cambio radical de estructuras para un segundo periodo de compromisos del Protocolo de Kyoto”, dijo Meena Raman, asesora legal de TWN. “Pretende un sistema de compromisos voluntarios en materia de recorte de emisiones que no se basa sobre la ciencia ni sobre la equidad.”

“Estados Unidos y sus aliados quiere que la ONU mantenga silencio en las cuestiones sobre las que no se alcanzaron acuerdos. Seamos claros: eso significa que pretenden que la ONU se calle en lo que se refiere a solucionar el cambio climático. Estados Unidos sostiene una bola de demolición sobre la convención sobre cambio climático y sobre cualquier esperanza de detener la catástrofe.”

La conferencia en Bangkok “terminó arruinada por los choques entre países ricos y pobres, los intentos de reabrir deliberaciones sobre cuestiones controvertidas como la medición de las emisiones de los diferentes países y la cooperación en financiamiento, adaptación y transferencia de tecnología”, explicó el periodista Kevin Wafula en un informe publicado por el sitio web de Africa Science News.

Los “supuestos avances clave” de la Conferencia de las Partes de Durban en diciembre pasado “se endentecieron a medida que la Unión Europea (UE) se negó a aceptar mayores recortes a sus emisiones y otros, como Australia, dejaron sin efecto sus promesas”, añadió.

Las reuniones en Bangkok se realizaron luego de que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) informaron el mes pasado que su Índice de Precios se elevó seis por ciento en julio, al influjo de las olas de calor y las sequías en Estados Unidos y otros eventos climáticos extremos en India, Australia, Rusia y varios países más. Este encarecimiento despertó al fantasma de una nueva crisis mundial como la que en 2007 y 2008 golpeó con dureza a grupos sociales pobres y vulnerables de todo el mundo, según expertos.

 

Aumentan los precios por eventos climáticos

El mismo día en que concluyeron las reuniones en Tailandia, Oxfam publicó un informe titulado “Clima al límite, precios al límite”, dirigido por el economista alemán Dirk Willenbockel, del Instituto de Estudios sobre Desarrollo de la británica Universidad de Susex. El estudio pronostica que “el encarecimiento de los alimentos empeorará a medida que los eventos extremos causados por el cambio climático devastarán la producción alimentaria”.

Aplicando un modelo dinámico de la economía mundial que contempla la relación entre regiones, el informe va más allá de los ya alarmantes análisis habituales sobre el impacto gradual del cambio climático. Así, expone “cómo los eventos meteorológicos extremos en un solo año pueden ocasionar aumentos de precios de magnitud comparable a los de dos décadas de encarecimiento continuo”.

Algunas de las conclusiones de la investigación son las siguientes:

■ Incluso manteniendo una hipótesis conservadora, otra sequía que afectara a Estados Unidos para 2030 podría provocar un aumento del precio del maíz de hasta 140 por ciento, por encima del precio medio de los alimentos que, de acuerdo con las estimaciones, se habrá duplicado para ese año respecto del presente.

■ Las sequías e inundaciones en el sur de África podrían hacer aumentar hasta 120 por ciento el precio del maíz y otros cereales secundarios al consumidor. Un incremento de tal magnitud supondría hoy un aumento desorbitado del coste de un saco de 25 kilogramos de maíz (que alimentaría a una familia pobre de África durante cerca de dos semanas), de 18 a 40 dólares.

■ Una sequía que afectara a toda India, unida a graves inundaciones en todo el sudeste asiático, podría suponer un encarecimiento del precio internacional del arroz de 25 por ciento, lo que podría provocar, a su vez, aumentos drásticos de hasta 43 por ciento (sumado al incremento previsto a largo plazo de los precios) en los mercados de países importadores del grano como Nigeria, el país más poblado de África.

“El enorme impacto potencial de los fenómenos meteorológicos extremos en el precio de los alimentos a futuro no se ha tomado en cuenta en el actual debate sobre cambio climático. El mundo debe abrir los ojos y darse cuenta de las dramáticas consecuencias que nuestro sistema alimentario puede sufrir si no actuamos”, dijo Tim Gore, experto en políticas sobre cambio climático de Oxfam.

En los escenarios delineados por Willenbockel para el estudio que dirigió, “el precio promedio de los alimentos básicos podría más que duplicarse en los próximos 20 años en comparación con las tendencias de 20120, y hasta la mitad del aumento podría ser causada por cambios en los patrones de temperatura y de lluvias”.

Según el informe, entre 2010 y 2030, éstas serían algunas de las consecuencias en los precios internacionales promedio para la exportación:

■ Los del maíz podrían aumentar 177 por ciento, con hasta la mitad de ese incremento causado por el cambio climático;

■ Los del trigo podrían aumentar 120 por ciento, con hasta un tercio de ese incremento causado por el cambio climático; y

■ Los del arroz procesado podrían aumentar 170 por ciento, con alrededor de un tercio de ese aumento causado por el cambio climático.

 

La sociedad civil propone soluciones viables

Más de 120 organizaciones de la sociedad civil aportaron soluciones factibles a este tétrico panorama en un “manifiesto de preocupación” emitido en el marco de la Segunda Conferencia sobre Agricultura, Seguridad Alimentaria y Cambio Climático realizada en Hanoi del 3 al 7 de septiembre. En ese sentido, propusieron a la comunidad internacional cambios significativos a los criterios predominantes, de los “enfoques basados sobre el mercado” a “concentrar la atención en proteger la agricultura del cambio climático”.

“El cambio climático ya amenaza los medios de sobrevivencia y la seguridad alimentaria de los pobres y vulnerables. El modelo industrial de producción agrícola amenaza la viabilidad de los ecosistemas y contribuye masivamente con el cambio climático. Frente a la emergencia, se necesita nada menos que un cambio de sistema –hacia la agricultura ecológica, basada sobre principios que crean suelos saludables y protegen la diversidad biológica, y que priorizan los conocimientos tradicionales y de los campesinos”, alertaron las organizaciones.

“Nos frustra que los campesinos, productores de pequeña escala y pueblos indígenas, que proveen 70 por ciento de los alimentos del mundo, siguen siendo dejados de lado del debate”, agregaron. Al mismo tiempo, llamaron “a una transición global hacia la agricultura ecológica; a concentrar la atención en permitir a los campesinos, pequeños productores y comunidades locales e indígenas adaptarse al cambio climático; a asegurar adecuada financiación pública a la agricultura; y a evitar cuestionables mecanismos tecnológicos y de mercado”.

Entre las 121 organizaciones firmantes del “manifiesto de preocupación” figuran TWN, Amigos de la Tierra Internacional y varias de sus filiales nacionales, la Coalición Asiática de ONG para la Reforma Agraria y el Desarrollo Rural, Center of Concern, Wa ron Want, Focus on the Global South, Institute for Policy Studies, Biofuelwatch, Biowatch, la Red Intercontinental de Organizaciones de Agricultores Orgánicos, el Instituto Oakland y el Instituto Internacional.

Fuente: Social watch

 

 

La revolución agroecológica de América Latina: rescatar la naturaleza, asegurar la soberanía alimentaria y empoderar al campesino

Ostirala, 01 Ekaina 2012 11:21





La agroecología está aportando las bases científicas, metodológicas y técnicas para una nueva “revolución agraria” a escala mundial (Altieri 2009, Ferguson and Morales 2010, Wezel and Soldat 2009, Wezel et al. 2009). Los sistemas de producción fundados en principios agroecológicos son biodiversos, resilientes, eficientes energéticamente, socialmente justos y constituyen la base de una estrategia energética y productiva fuertemente vinculada a la soberanía alimentaria (Altieri 1995, Gliessman 1998).


Las iniciativas agroecológicas pretenden transformar los sistemas de producción de la agroindustria a partir de la transición de los sistemas alimentarios basados en el uso de combustibles fósiles y dirigidos a la producción de cultivos de agroexportación y biocombustibles, hacia un paradigma alternativo que promueve la agricultura local y la producción nacional de alimentos por campesinos y familias rurales y urbanas a partir de la innovación, los recursos locales y la energía solar. Para los campesinos implica la posibilidad de acceder a tierra, semillas, agua, créditos y mercados locales, a través de la creación de políticas de apoyo económico, iniciativas financieras, oportunidad de mercados y tecnologías agroecológicas.


La idea principal de la agroecología es ir más allá de las prácticas agrícolas alternativas y desarrollar agroecosistemas con una mínima dependencia de agroquímicos e insumos de energía. La agroecología es tanto una ciencia como un conjunto de prácticas. Como ciencia se basa en la “aplicación de la ciencia ecológica al estudio, diseño y manejo de agroecosistemas sustentables” (Altieri 2002). Lo anterior conlleva la diversificación agrícola intencionalmente dirigida a promover interacciones biológicas y sinergias benéficas entre los componentes del agroecosistema, de tal manera que permitan la regeneración de la fertilidad del suelo y el mantenimiento de la productividad y la protección de los cultivos (Altieri 2002). Los principios básicos de la agroecología incluyen: el reciclaje de nutrientes y energía, la sustitución de insumos externos; el mejoramiento de la materia orgánica y la actividad biológica del suelo; la diversificación de las especies de plantas y los recursos genéticos de los agroecosistemas en tiempo y espacio; la integración de los cultivos con la ganadería, y la optimización de las interacciones y la productividad del sistema agrícola en su totalidad, en lugar de los rendimientos aislados de las distintas especies (Gliessman 1998). La sustentabilidad y la resiliencia se logran por medio de la diversidad y la complejidad de los sistemas agrícolas a través de policultivos, rotaciones, agrosilvicultura, uso de semillas nativas y de razas locales de ganado, control natural de plagas, uso de composta y abono verde y un aumento de la materia orgánica del suelo, lo que mejora la actividad biológica y la capacidad de retención de agua.



Hay otro tipo de alternativas agrícolas que son significativamente diferentes de los enfoques agroecológicos. Por ejemplo, la agricultura organica o ecológica que mantiene monocultivos depende de insumos externos biológicos y/o botánicos, y no está basada en principios agroecológicos. Este enfoque de “sustitución de insumos” esencialmente sigue el mismo paradigma de la agricultura convencional, es decir, superar el factor limitante, pero esta vez con insumos biológicos u orgánicos. Muchos de estos “insumos alternativos” se han convertido en mercancía, por lo tanto, los agricultores siguen dependiendo de proveedores, cooperativas o empresas (Rosset y Altieri 1997). Nosotros sostenemos que los sistemas agrícolas que no cuestionan la naturaleza del cultivo, que dependen de insumos externos, que se basan en sellos de certificación extranjeros y caros, o en sistemas de comercio justo destinado sólo para la agro-exportación, ofrecen poco a los agricultores, volviendolos dependientes de insumos y mercados externos.La agricultura orgánica pretende optimizar la utilización de insumos pero no considera el rediseño productivo lo que condena a la dependencia de insumos externos. Los nichos del mercado (orgánico y/o comercio justo) de los países ricos, presentan los mismos problemas de cualquier régimen de agroexportación al no dar prioridad a la soberanía alimentaria (que se define aquí como el derecho de las personas para producir, distribuir y consumir alimentos sanos y cerca de su territorio de una manera ecológicamente sostenible). Más bien tienden a perpetuar la dependencia y el hambre (Altieri 2009).



La agroecología está basada en un conjunto de conocimiento y técnicas que se desarrollan a partir de los agricultores y sus procesos de experimentación. Por esta razón, la agroecología enfatiza la capacidad de las comunidades locales para experimentar, evaluar y ampliar su aptitud de innovación mediante la investigación de agricultor a agricultor y utilizando herramientas del extensionismo horizontal. Su enfoque tecnológico tiene sus bases en la diversidad, la sinergia, el reciclaje y la integración, así como en aquellos procesos sociales basados en la participación de la comunidad. Señala que el desarrollo de los recursos humanos es la piedra angular de cualquier estrategia dirigida a aumentar las opciones de la población rural y, especialmente, de los campesinos de escasos recursos (Holt-Gimenez 2006). También atiende las necesidades alimenticias a partir del fomento de la autosuficiencia, promoviendo la producción de cereales y otros alimentos en las comunidades. Es un enfoque que privilegia mucho lo local al estar encaminado al abastecimiento de los mercados locales que acortan los circuitos de producción y el consumo de alimentos, evitando con ello el dispendio de energía que implicaría el traslado de éstos desde lugares distantes.


Los sistemas agroecológicos están profundamente arraigados en la racionalidad ecológica de la agricultura tradicional (Altieri 2004, Toledo 1990). Existen muchos ejemplos de sistemas agrícolas exitosos, caracterizados por su gran diversidad de cultivos y de animales domesticados, por el mantenimiento y mejora de las condiciones edáficas y por su gestión del agua y de la biodiversidad, basados todo ellos en conocimientos tradicionales (Toledo y Barrera-Bassols 2008). Estos sistemas agrícolas no sólo han alimentado gran parte de la población mundial en diferentes partes del planeta, particularmente en los países en desarrollo, sino también ofertan muchas de las posibles respuestas a los retos de la producción y la conservación de los recursos naturales que afectan al medio rural (Koohafkan y Altieri 2010).


En este artículo examinaremos brevemente las razones para la promoción de un paradigma agroecológico basado en la revitalización de la agricultura a pequeña escala y en los procesos sociales que demuestran que la participación de la comunidad y el empoderamiento local son las únicas opciones viables para satisfacer las necesidades alimentarias regionales, en esta era de aumento constante de los precios del petróleo y de cambio climático global. También vamos a examinar brevemente las características socio-ecológicas y la importancia de la agricultura campesina. Revisaremos los impactos que cientos de proyectos basados en la agroecología han tenido sobre el medio ambiente, la producción de alimentos y los movimientos sociales rurales, en Cuba, Brasil, México, América Central y la Región Andina. Terminamos haciendo algunas reflexiones sobre la triple dimensión de la revolución agroecológica, es decir, la cognitiva, la tecnológica y la social, que ha permitido el surgimiento de nuevos modos de comunicación entre el activismo y la ciencia, un proceso que, según Martínez-Alier (2011), ha llegado a proporciones globales, pues la agroecología se ha incorporado a la visión de la Vía Campesina, hoy en dia el más importante movimiento agrario a escala internacional.

Publicación La revolución agroecológica de América Latina

http://rio20.net/propuestas/la-revolucion-agroecologica-de-america-latina

Fuente: Portal + Rio 20

 

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